Dado que no hay dos alumnos idénticos, en los cursos sobrecargados la enseñanza personalizada es cada vez más inalcanzable. Quien ofrezca una única fórmula educativa está en un error. Y esto es exactamente lo que creía José Antonio Marina Torres, un reputado catedrático y filósofo de la Universidad Complutense de Madrid.
Por si no lo conoce, hemos recopilado aquí sus opiniones y algunas reflexiones sobre la necesidad de la enseñanza individualizada y las dificultades que la era digital planteará a la educación.
Cambios en el aprendizaje en la era digital
Muchos aspectos de la vida se han transformado con la llegada de la inteligencia artificial, incluida la educación, que debe replantearse si quiere seguir siendo relevante. Y esta era digital ha acelerado la necesidad de cambio, poniendo al sistema educativo en alerta máxima, como explica Marina: «cada individuo, institución y sociedad debe aprender al mismo ritmo para sobrevivir al paso al que cambia el entorno, y si quieres avanzar, debes aprender más rápido».
Pero… ¿estamos aprendiendo al ritmo adecuado? Parece que no, ya que por todas partes se afirma que escasean los talentos necesarios para esta nueva era, y una de las mayores preocupaciones del sistema educativo es que existen serias dudas sobre si se tiene la capacidad de desarrollar este talento para afrontar los distintos retos del futuro.
En la búsqueda de una educación más individualizada, especializada y de alta calidad, una de estas cuestiones educativas debe ser abordar la provisión de oportunidades y busca un aprendizaje más individualizado.
La magia de lograr lo inalcanzable
La educación puede reunir habilidades y recursos para producir proyectos sorprendentes para la vida, abriendo enormes posibilidades en la mañana y para todos. Por eso la educación y la magia están estrechamente asociadas. En este sentido, las teorías educativas del momento ponen de relieve que, contrariamente a lo que habíamos supuesto hasta ahora, la mejor educación debe adaptarse a las capacidades y talentos únicos de cada alumno.
Porque aunque una pregunta sólo tenga una respuesta, cada alumno siempre interpretará la misma respuesta de manera diferente. Y es sobre este tema sobre el que Marina trabaja y reflexiona en un proyecto que denomina «Proyecto Centauro», centrado en la educación del carácter para desarrollar los hábitos esenciales en las personas que emiten juicios excelentes. Aquí es donde es necesaria la individualización.
El objetivo es aprovechar la información con formato neuronal almacenada en la memoria y asegurarse de que también esté disponible en formato digital. Sólo quienes posean una habilidad excepcional serán capaces de compaginar con éxito la tarea de combinar la educación tradicional en virtudes y valores con las tecnologías contemporáneas.
La baraja ya está repartida
Nuestras instituciones educativas nos dicen que «despertar al diplodocus» es la misión de nuestra generación, y que un método para hacerlo es idear una estrategia para su movilización. Si la sociedad empieza a entrar en razón, podemos construir una escuela de alto rendimiento basada, por ejemplo, en el modelo finlandés y modificarla para satisfacer estas necesidades más acuciantes.
Dicho de otro modo, no podemos quedarnos sentados en nuestras quejas sin hacer absolutamente nada, ya que, para Marina, nuestras vidas y el destino de la escuela a la que asistimos parecen a menudo un juego de azar con grandes apuestas. Pero, ¿Qué es exactamente lo que intenta transmitir?
Por la misma razón por la que no puedes elegir las cartas que recibes o los juegos que te asignan, tampoco puedes elegir las condiciones a las que te ves abocado en la vida real (como la economía, tu familia, el significado de tus experiencias o el lugar en el que pasas a residir). Tanto las cartas del juego como las situaciones de la vida tienen sus altibajos, así que lo ideal es tener buenas cartas.
Aprender que tener las mejores cartas no siempre basta para ganar la partida, algo que es bueno aprender para la vida misma y para la educación. Quien mejor juegue sus cartas, idee la estrategia más ingeniosa, tenga el carácter más formado y no sienta desesperanza, angustia u odio contra otros a los que les ha tocado sobrevivir, al final se impone.
Esto indica que construir un carácter crea oportunidades tanto para el jugador como para los alumnos o cualquier otra persona. En otros términos, la educación y la atención individualizada ampliarán las posibilidades de los alumnos, así como las de crear grandes proyectos que respondan a las nuevas realidades, lo que evidentemente es imposible con los sistemas actuales en los que se siguen impartiendo clases atestadas, entre otros problemas.